Hay veces en las que me pregunto el porqué
de todo, y ninguna
respuesta lógica viene a mi mente. En esos momentos, me
siento perdida, confundida, abandonada. Son momentos en los que las tinieblas
te ciegan y no logras ver ni lo más evidente, ni lo más claro, nada. En esos momentos todo se reduce a un inmenso abismo que te atrapa y te engulle.
Desde allí todo se ve distinto, todo toma una
perspectiva más negativa y ceñida a su realidad pesimista. Desde allí tomas la
perspectiva de la vida que tienen todos los que sufren justificadamente, no por
caprichos. Aquellos que lo único que poseen es dolor, aquellos a los que el
mundo les ha dado la espalda.
Este mundo hipócrita, falso y lleno de
injusticia es en el que nosotros creemos, el que nosotros promovemos. En la
sociedad en la que vivimos, y de la que nos quejamos, es la que nosotros hemos
construido. Una sociedad fría, sólida, corrompida, sucia, consumista, una
sociedad dominada por el tiempo; el cual no tiene rival.
Aquí, en la tierra; en España, en Francia, en Alemania, en Estados Unidos, en cualquier
país del mundo, lo que se ve es lo que se quiere ver, o mejor aún, lo que queremos ver.
Hoy en día se ha perdido la ilusión por todo,
se ha conseguido todo. No existen ideales posibles, no hay nada por lo que
todas las personas estén de acuerdo. Y lo único que se puede descubrir es que
el mundo lo manejan sólo las potencias que tienen lo que se necesita: dinero.
Nosotros que trabajamos, nos quejamos de él, los que no lo poseen,
mueren por su falta. Los que tenemos comida la tiramos entera saciados y
cansados de tanta comodidad. Los que carecen de la comida no pueden quejarse de
nada, porque no saben nada. Y los que le
podemos enseñar no lo hacemos, pues es más fácil, y mucho más rentable, tener
mano de obra barata y materias primas al alcance, sin pensar en nadie.
En este mundo desarrollado en el que nos
movemos, importa más una persona que muere por edad, que los miles de niños que
cada día mueren por falta de alimentos, o de medicamentos. Importa más una
fiesta de famosos que alguien que se queja de las injusticias. Aquí nos
quejamos de todo, sin darnos cuenta, y sin hacer nada por los que de verdad
deberían tenerlo todo. Niños,
adultos, bebés y ancianos que necesitan algo que tú desprecias y
derrochas.
La humanidad va en decadencia, pero la vanidad,
la pereza, el egoísmo, todo influye para que nosotros cerremos los ojos ante
las escenas de dolor de los pueblos que mueren. Y hacemos caso omiso a aquellos a los que, de una forma
directa o indirecta, matamos, exploramos, etc.
Ya no hay nadie que se responsabilice con causas nobles, sino que hay mucha gente que se ocupa de engañarnos, comprarnos y vendernos y llevarnos como ovejas a donde quieren. Sí, eso somos, solo una pura raza que se
extingue, que muere, que mata, que se está autodestruyendo. Sin darse cuenta de nada de lo que sucede a menos de un par de metros suyos. Somos tan egoístas qué sólo nos importamos nosotros y eso nos llevará a nuestro
trágico final.
Por eso nunca vendrán a nuestro planeta los marcianos.
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