martes, 16 de marzo de 2021

Síndrome de Asperger: definición, características y ejemplos

La filosofía de este blog es basar sus contenidos en la experiencia, siempre que sea posible. En ocasiones reflejaré en mis artículos mi experiencia personal, sin embargo en otras ocasiones eso no será posible. 

Hoy os traigo un concienzudo artículo de la filóloga y polifacética Cristina De Inés Ruiz, afectada por síndrome de Asperger.  


Cristina de Inés.


Síndrome de Asperger: definición, características y ejemplos

Cristina De Inés Ruiz 

El síndrome de Asperger –así como cualquier otro trastorno del espectro autista (TEA)- no es sino una condición –como lo es la homosexualidad, por ejemplo, sólo que desde otro punto de vista- de carácter psíquico que implica un parecido físico normal y un coeficiente igual o superior al normal –mientras que el autismo, por el comportamiento autolesivo; la fobia al mundo exterior y el coeficiente intelectual por debajo de 80, incluye retraso mental-. Sin embargo, existen ciertas diferencias con el mundo ‘normal’ o convencional. Se trata, por tanto, de una mente o cerebro ‘diferente’. Y es más frecuente en hombres que en mujeres, las cuales son más propensas al síndrome de Rett, el cual con los años va reduciendo la capacidad física y mental.

He aquí algunas de sus características:

·      Hiperacusia o hipersensibilidad a los sonidos fuertes. También existen en los ambientes turbios (procesiones, discotecas…), bien por esos sonidos o por la multitud de personas. Además, el ‘normal’ suele ir más a las personas que le interesan antes que al Asperger, a quien suele tocarle estar casi todo ese rato con sus progenitores o con personas que no le agradan De ahí que al Asperger o autista no le gusten las celebraciones por todo lo alto: antes la calidad que la cantidad.

·      Hipersensibilidad a las intermitencias y a determinados sabores, olores o texturas. De ahí que se sufra tanto cuando algo de comer no es del agrado del paciente que no lo coma o lo prefiera en menos cantidad y con acompañamiento de algo que sí le agrade.

·      Respecto a las relaciones sociales, el Asperger suele gustar de integrarse en grupos, aunque éstos deberán ser reducidos y que la adaptación sea recíproca, no que sólo el Asperger sea el que se tenga que dejar manejar o que el ‘normal’ sea el único con derecho a mandar o a hacer siempre lo que quiera. El autista, por el contrario, se aísla por su fobia al mundo exterior o por miedo a incordiar.

·      Poca o baja tolerancia –en algunos casos, nula- a los imprevistos, dada la mucha costumbre a la rutina. En cambio, si son avisados con tiempo, no hay problema.

·      Poca costumbre de mentir, salvo cuando se trate de evitar daños a los interlocutores (sobre todo, al vecino o la familia), seguramente por miedo a ser descubiertos; pero imposibilidad de comprender la ironía y demás expresiones ambiguas o bromas, así como el lenguaje no verbal. Por eso, los pacientes con TEA (trastorno del espectro autista) son objeto de burla o rechazo, sobre todo, en el mercado laboral –si acaso encuentran trabajo, suele ser en peores condiciones que el normal: sueldo bajísimo, con excesiva severidad del superior, jornada nocturna si es necesario, lejos de su pueblo y en un piso compartido con personas que ni siquiera conoce…-.

·      En muchos casos, el Asperger tiende a no mirar a los ojos.

·      Temperamento flemático o muy expresivo.

·      Necesidad de más tiempo para aprender una cosa concreta.

·      Excesivo interés en campos determinados (ciencia, lingüística, literatura, historia, música, cine, coches, aviones, baile, religión…) que les hace expertos en ello. Aun así, en ocasiones, pueden aburrir al hablar de ello.

·      Problemas en la comprensión del lenguaje no verbal, así como para captar las emociones del interlocutor.

·      Dificultad motora en los estiramientos u otras posturas o movimientos.

·      Epilepsia u otras enfermedades neurológicas asociadas al trastorno de Asperger o al de Rett en un alto porcentaje. Si el paciente está más afectado, la discapacidad puede dar lugar incluido a la depresión; la bipolaridad; los trastornos en la personalidad; la paranoia o cualquier otro desequilibrio mental.

La profesora de universidad Pozo Cabanillas (2010) redacta su tesis doctoral empezando por las consecuencias negativas de la convivencia entre el paciente y su familia inspirándose en el Double ABCX Model, creado por McCubbin & Patterson (1983), y acabando con un estudio multidimensional al respecto. Dr. Asperger (1944) –quien puso a este síndrome su correspondiente nombre, pese a haberlo padecido genios de la ciencia (Newton, Einstein…) y el arte renacentistas (Leonardo, Miguel Ángel…);  de la novela victoriana (Darwin, Carroll…) o modernista (Joyce); fabricantes de automóvil (Ford) o de la música (Mozart, Beethoven, Boyle, Adele…)-. Andersen, danés afectado por Asperger, simbolizaba al patito feo (1843) o al soldadito de plomo (1838) como dos seres diferentes física y psicológicamente; pero héroes sin igual dada su gran belleza interior., el fallecido psicólogo Rivière (1984, 1997, 2000); la ONU (2006); Wing & Gould (1979, 1981, 1997) como psiquiatras; Tamarit (2002, 2005) o Szatmari (2006) y muchos más expertos  influyeron notablemente Murillo, Cuesta Gómez & Martínez Martín y los demás autores de Todo sobre el autismo (2012).

Mori (2006) cayó en la epilepsia durante la infancia, pero no se le manifestaría hasta los 31 años. La asturiana trabajaba como presentadora de informativos en un canal público de televisión y, en el camerino, sufrió una crisis convulsiva. Aquello acabó destituyéndola injustamente, a lo que la periodista añade que un empleado con enfermedad o capacidad diferente es considerado un ‘esquizofrénico’ y ya por eso “no interesa”. Para colmo, no se puede donar sangre al tratarse de una enfermedad crónica.

Peña-Casanova y otros autores (2007) profundizan en la epilepsia, los respectivos síndromes de cada lóbulo cerebral –siendo el frontal el afectado por el Asperger permaneciendo rígido- y demás enfermedades o distorsiones neurológicas y psiquiátricas (demencias, amusias, dislexia, agrafias, trastornos de la identificación, apraxias, agnosias, afasias, anosognosia…).

Yule (2006) explica los cuatro tipos de afasia: de Broca –definida en el párrafo anterior-, de Wernicke –también llamada sensorial o receptiva dados los problemas en la comprensión y no en la producción, que sí ocurre cuando el área de Broca es la afectada-, de conducción –producción y comprensión entrecortadas y con pausas, pero correctas- y global –carencia o considerables problemas de habla y recepción-.

También el neuropsicólogo Newby (2006) trata toda enfermedad neurológica o psiquiátrica como fruto de los TEA, así como la transformación de la neurología en psiquiatría si las enfermedades no reciben el tratamiento adecuado. Es el caso de un americano llamado Vincent nacido con trastorno de déficit atencional e hiperactividad (TDAH), que se quedó sin padre –arquitecto filipino con dos hijos de su matrimonio con una americana tan aficionada al dinero y fascista como para arruinarlo casi tras el divorcio- con algo más de un año y su madre –española crecida en orfanato, poco agraciada, sin cultura y obsesionada con su pasado y loca por no morir sin haber conocido el amor y la maternidad- utilizó su falta de recursos y estudios como la excusa perfecta para no medicarlo, lo que convirtió al TDAH en trastorno negativista desafiante (TND) y, por último, en el irreversible trastorno disocial (TD).

Y creía que, con hacer al niño americano –donde vivía y no existe la Seguridad Social- y educarlo a su manera, era lo mejor para su hijo cuando en realidad es el más desgraciado del mundo (además de que ella cada vez se sentiría cada vez más sola, pues en ese país se hace más vida familiar que social). No ella, que perteneciendo al sector más vulnerable (familias desestructuradas, menores en centros de tutela, enfermos, discapacitados, ancianos, inmigrantes pobres o clandestinos, mujeres e hijos maltratados o explotados…), siempre ha antepuesto sus caprichos para protestar sobre su mala suerte llamando ‘egoísta’ al que protege su vida con tal de no responsabilizar al mundo exterior (por ejemplo, no poniendo ningún hijo infeliz en este mundo por culpa del padre o la madre como hizo aquella mujer y como el que tiene muchos hijos en poco tiempo sin haber trabajado nunca o sin la documentación en regla) y, por ello, le va mejor que a ella.

De la misma manera actuó una abogada no ejerciente diabética con retinopatía: se creía que todo el que se casara tenía que ser padre –como ella-. Su salud, de todas formas, no le aconsejaba la maternidad ni la adopción, dada la responsabilidad tan fuerte que se exige para criar a un hijo tan pequeño. Y, por encapricharse con ser ‘como las demás’, su marido la dejó por la querida y con una niña de 2 años, edad de la hija de su amante, la cual estaba separada.

Monserrat Femenía (2001) publicó un artículo sobre un pequeño hiperkinético que había pasado por su consulta. La hiperkinesia es un caso especial de TDAH, según la psicoanalista. Para ello, se inspiró en los principios de Winnicott (1958); Pichon Rivière (1983) o Berger (1999).

González García trata de ayudar a las personas con TEA o cualquier otra minusvalía a comprender “chistes de psicólogos” (2011) o contando su experiencia cuando se atraviesa una etapa difícil en la vida humana, en otras palabras, el momento crítico (2020). Allí, el psicólogo; ajedrecista y escritor describe la envidia del ‘normal’ hacia el ‘diferente’ cuando éste consigue sus objetivos a base de años de trabajo y sacrificio, mientras que el otro puede llegar al éxito antes –incluso hiriendo al más sensible, ya sea quitándole pertenencias o dándole consejos innecesarios para que el asesor no busque sino su propio placer: que el ‘diferente’ no sirva para nada- y acostumbrarse a ello.

Por mi parte, yo detesto las celebraciones multitudinarias –romerías, bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños, comidas de Navidad o Semana Santa, funerales- porque, durante muchos años, mis primos más cercanos no me querían si no era para obligarme a asistir a eventos donde ellos fueran los protagonistas –dado que eso les daba dinero-. Me preferían al lado de su familia más cutre mientras que ellos usaban a sus parejas o amistades como excusa para, si podían, ni mirarme –mientras que utilizaban a mis padres para tener casa gratis y su madre se desahogaba con mi madre sobre sus problemas económicos, materno-filiales o conyugales-.

Para colmo, dichas fiestas suelen celebrarse hasta la madrugada y yo temo a la oscuridad en las calles. Me ocurre desde muy pequeña: hasta los 2 años, fui muy llorona, pues las tinieblas me recordaban a las fuerzas del mal –y eso que yo no distinguía bien lo bueno de lo malo-. Y ahora, porque hay más peligros que antes por la calle y para que el tratamiento médico me siga dando resultado, necesito dormir bien por las noches. No podría, por tanto, aceptar ningún trabajo nocturno.

Admito cambios en mi rutina, pero solamente si me paro a pensar en ellos. De ahí que sea tan perfeccionista conmigo misma, así, mantendré la calma en caso de imprevistos. En cuando a mi capacidad física, me cuesta un poco ponerme en cuclillas o los estiramientos propios de la danza clásica; la moderna; hip-hop & breakdance; el claqué; la escuela bolera; y los bailes de salón rápidos. En cambio, para otros más lentos (tango, bachata, vals vienés o inglés, fox trot, quickstep…); las sevillanas y el flamenco no se requiere tanta flexibilidad.

De niña, sufrí una afasia de Broca –o afasia expresiva o motora- y era mi primer ataque epiléptico. Desde el primer día recibo una medicación que me la controla sin problemas –sólo he convulsionado dos veces en las que los médicos probaron suerte retirándomela o bajándome mucha dosis. Como cualquier otro ‘distinto’, fui víctima de bullying a los pocos años –mis padres tuvieron que intervenir, si no, esos maleducados no me dejan en paz- y los docentes de mayor nivel académico –así como la madre superiora, la psicóloga y el coordinador de Disciplina- nunca quisieron saber nada. Por lo visto, el que no llega a sobresaliente tiende a ser traído a maltraer (como Luis, el mejor amigo de la protagonista de Trece años de Blanca, una joven igual o más sensible que yo a las injusticias de la vida además de muy buena estudiante). No obstante, mi caso no era nada en comparación con el relato de Gómez (2017), que por el acoso acabó hospitalizado. De esa época sólo conservo tres amistades que lo pasaron mal por diferentes motivos: una enfermera militar que a punto estuvo de ser castigada por la directora por defenderme de los acosadores; otra se puso enferma psicológicamente, pero se repuso y ahora es psicóloga en Italia; y otra, por repetir curso, pero es profesora de infantil en Suiza. Todas ellas son esposas y madres, ojalá les dure ese amor porque se lo merecen.

A diferencia de quienes no miran al ‘otro’ a los ojos, a mí sólo me pasa si no me gusta mi interlocutor (amistades interesadas de mis progenitores, ancianos ajenos a mis abuelos y sin discreción, jóvenes con ideología tan conservadora como la del Tercer Mundo o que normalicen lo que no se puede tolerar…). Mi temperamento, por otra parte, es muy expresivo y eso me hace apta para transmitir lo que siento y atender más a lo que me pidan.

 Tengo mucho mejor recuerdo del centro donde me gradué como técnico de grado medio en Gestión Administrativa (2005-06), de la autoescuela –lo obtuve en 2007 gracias a que callé la epilepsia, si no, Tráfico incapacita para ello-, de la academia de nativos donde perfeccioné el inglés y el francés, de la escuela de baile donde aprendí flamenco y clásico y perfeccioné las sevillanas porque di con mucha gente que creía en mí (hasta medio me reñían si me llamaba tonta a mí misma por no saber algo, como todo el que se exige mucho). Una vez diagnosticada, visto que por el Asperger no encontraba trabajo estable –si acaso, gratis o sin dar de alta- ni aun siéndome concedida la minusvalía por la Comunidad de Madrid –y desde 2019 por la Junta de Andalucía, pues eso va a nivel regional y me había trasladado aquí-, preparé el acceso para mayores de 25 años y tuve una media bastante elevada. Por si aquella nota no llegaba al mínimo o me quedaba sin plaza para mi grado, se ofrecían hasta 4 o 5 opciones. Así, me abrí a Lenguas Modernas y sus Literaturas –eligiendo francés como primera lengua e inglés como segunda porque las conocía-; a Filología Española; a Historia y a Historia del Arte. ¡No hizo falta!

Los únicos amigos que guardo de allí son algunos compañeros y varios chicos del Departamento de Discapacidad y Salud Mental que cuidé como voluntaria. Los demás chicos de mi clase sólo me querían para que les prestara apuntes –para lo que les pedía su correo electrónico y, así, poder yo estudiar con lo mío-, les ayudara a redactar sus ensayos escritos o les recomendara profesores buenos. De modo que con ese sector de Madrid e incluso parte del extranjero que estudió conmigo seguí los consejos de blogs como La Mente es maravillosa o Un Rincón Maravilloso: las relaciones tóxicas son pasado: lo que se siembra se recoge. No sólo porque mi familia necesitaba un sitio más tranquilo para vivir de mayores, sino que yo en Madrid me sentía cada vez más sola por ‘diferente’. He sufrido mucho con “quien yo quiero no me quiere; quien me quiere no me gusta”, cada vez más consciente de que la mayoría antepone sus intereses a la empatía con el necesitado. Por eso, si alguien no me gusta o no me hizo caso en el pasado y ahora quiere cotillear, no quiero nada con él. Y si se siente insultado o despreciado por mi decisión, no me importa nada, como yo le he importado durante tantos años. De ahí que no tardara en convencerme de que Sabiote era mi sitio; tenía yo 19 o 20 años al descubrirlo, pero la mudanza no llegaría hasta la jubilación de mi padre y el final de mi formación universitaria.

También guardo el contacto con los docentes que más creyeron en mí –incluso con el antiguo decano-, pese a que sintonicé en diferente grado con todos, menos con una prepotente y altiva lingüista que sólo aprobaba al 20% de su clase y que –a diferencia de los sus colegas- me negaba rotundamente haber recibido información sobre mis dificultades desde la Oficina de Inclusión –quienes me insistían en que yo exigiera los derechos que le corresponden al discapacitado-. Muy a pesar del personal ‘listo’ del colegio, la formación profesional y la universitaria son mucho mejores que la escolar: el nivel es más duro, pero el programa formativo está mucho más organizado y no a contrarreloj como en Primaria; ESO y Bachillerato.

De modo que, sabiendo que yo no necesitaba sino más tiempo para concentrarme, resistí y esperé a titularme para darle la lección que se merecía y que di al sector educativo de mi colegio que me trató igual, pese a su falsa creencia de no haberme herido nunca: soy maestra particular de inglés y otras asignaturas (francés, lengua y literatura, historia, geografía, italiano, matemáticas hasta ESO, música a nivel básico e incluso temario de concursos-oposiciones) desde enero 2019 –aunque, desde muy joven y sin titularme, había hecho ya mis pinitos en academias de Madrid, primero, durante meses como ayudante de mi profesor; y, años más tarde, ayudando a mi maestra de baile en un cursillo intensivo o supliéndola si tenía que ausentarse por motivos familiares o médicos-.

Mi experiencia como administrativa, en cambio, pasó por unas prácticas en un bufete de abogados de Madrid –donde, después, trabajaría sin dar de alta y con continuos cambios de horario y sueldo en una consulta de neuropsicología y psicología jurídica- y en una aseguradora de Torreperogil –para terminar el curso en Administración de Empresas y Gestión Fiscal-. Tan sólo pude cotizar en un curso-trabajo como administrativa en la relación con el cliente para el Ayuntamiento de Madrid y como maestra de inglés en la Academia de la Guardia Civil de Baeza, adscrita a la Junta de Andalucía.

También colaboro con Asperger-TEA Jaén –como hice en Madrid para Asperger España, donde me confirmaron el diagnóstico, que nunca me dieron los demás psicólogos previamente conocidos, por mis dudas hacia mi propia persona- y escribo ensayos lingüísticos y literarios en inglés y francés que están publicados en LinkedIn, además de publicar en dicha red documentos publicados por las asociaciones mencionadas en este párrafo. También soy vocalista y guitarrista en el Coro Parroquial de Sabiote, donde me vine a vivir a los pocos meses de licenciarme. Con ellos, tengo mi pandilla, además de otros amigos de la villa jiennense.

En honor a diferentes psíquicamente como el escritor de cuentos danés y sus personajes, Asperger España (2016) publicó su colección de narraciones “El Asperger no es un cuento, pero te lo contamos”, entre cuyos autores destaca Peromingo Rodrigo, quien en 2013, publicó su enfoque sobre el síndrome de Asperger retratando a un talentoso joven con dicho trastorno del desarrollo psíquico que probaba el no-invento de la máquina del tiempo. También se publicó “El patito feo o la capacidad de no resignarse”. Mas la resignación consiste en proteger cada uno su vida, pero no rendirse en los estudios y el trabajo. En conclusión: la supervivencia a cualquier obstáculo es vital para alcanzar los objetivos marcados, como hace una empresa cualquiera, tal y como también reflejan relatos de compañeros míos de Asperger-TEA Jaén (2021) en la web de la organización local. También yo (2021) publiqué el mío.

Para más información, consultar vídeos como https://youtu.be/P4HzNwgqonM que retrata a Macarena –una adulta que muestra el orden y la disciplina como una de las obsesiones fundamentales como síntomas del SA- ; un niño autista y su percepción del mundo en https://www.youtube.com/watch?v=0-X2gqto7Z4; o Pablo, con TDAH en https://www.youtube.com/watch?v=wFv-4Vexvmk. También en YouTube se dispone de vídeos sobre ese campo en programas o conferencias como Eso no se pregunta o un niño llamado Gabriel.

  

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