jueves, 27 de mayo de 2021

LOS CAMBIOS NO SIEMPRE SON BUENOS: BASADO EN HECHOS REALES (Marina)

 

Los cambios no siempre son buenos: basado en hechos reales (Marina)

 

 

 

Marina era una niña asperger que le costaba mucho socializar. Cuando entró al colegio estaba sola. No tenía amigos, no sabía cómo hacerlos, como 

relacionarse. Se pasaba los recreos sola. Pero, un día todo cambió.

 

 Una niña de su clase le habló. Se hicieron mejores amigas, ya que tenían muchas cosas en común, aunque, también tenían diferencias, claro.  

 

Ellas dos, junto a otro niño, se hicieron mejores amigos y siempre jugaban juntos. El niño se distanció de ellas cuando entraron a primaria, aunque seguían en la misma clase. Las niñas hicieron 2 amigas más. Según pasaron los años, hicieron más feliz a Marina, todo lo veía de color rosa.

 

Pero, cuando entraron al instituto, todo cambió. Una de sus 3 mejores amigas cayó en     otra clase, pero hablaban en el recreo. Todo iba bien, hasta mayo, una de sus mejores amigas, quien era como su hermanita, se mudó. A Marina le afectó mucho. No solo porque la iba a echar de menos, también, porque esto era un cambio grande y difícil. Al ser asperger no sabía cómo tomarse este cambio de no volver a ver a su “hermanita" a la que conocía desde los 5 años.

 

Al año siguiente, las cosas mejoraron. Ese fue un gran año, a diferencia del siguiente. Marina solo hablaba con su primera amiga, siempre juntas. Pero, un gran cambio las separó. En 3°de ESO, cada una estuvo en una clase. Marina estaba sola, no conocía a nadie, solo de vista o de otros cursos. Solo quería que llegase, el recreo para ver a sus amigas. Pero, aun así, ya no sonreía tanto como antes.

 

En verano, Marina tenía la esperanza de que el curso siguiente ella y su mejor amiga volvieran a estar juntas. No fue así. En 4°, Marina hablaba de vez en cuando con sus compañeros, solo para tareas y eso. Lo único que deseaba era que todo volviera a ser como antes, como cuando estaban en primaria.

 

Para muchos, esas cosas no serían para tanto, pero, para un asperger si, y Marina era una a la cual estos acontecimientos la afectaron y cambiaron. Ya no volvió a sonreír como cuando era pequeña.

 

jueves, 20 de mayo de 2021

RELATO DE UN AMOR FALLIDO (Manu)

 

Relato de un amor fallido (Manu)




Desde que era pequeño, me enseñaron a disfrutar de lo bonita que es la vida, y realmente lo es y también me adoctrinaron y enseñaron lo duro que puede ser este camino, tan largo y en ocasiones tan oscuro. Desde pequeño hasta que maduré, una película de ciencia ficción, una increíble aventura sin precedentes, era muy divertida y todo lo que me rodeaba estaba lleno de color y lleno de esperanza, sin embargo, pasados los años me fui dando cuenta de que todo se iba decolorando, que no era verdad, que vivía en un dulce sueño y donde existía y lo que veía no era lo que realmente era.

Y todo eso cambio hace no mucho, cuando yo tenía mis catorce años, poco a poco me fui dando cuenta de lo lúgubre y sombrío que era todo lo que me rodeaba, estaba solo, lleno de miedo, voces que atormentaban, lleno de odio por dentro y dejé de ver el bello cielo azul por una tonalidad triste de un gris, vi a lo que todos se referían.

“El mundo se va a pique” o “el mundo se va a acabar tarde o temprano”, ese tipo de frases destruyeron lo poco que quedaba de ese joven chico que solo quería jugar y divertirse, y todo este tipo de opiniones venidas por los noticiarios, los periódicos e incluso las charlas entre compañeros, todo lleno de negatividad y de malas caras. Eso me llenaba el pecho de dudas como, por ejemplo: ¿Podré cambiar algo? ¿Seré capaz de hacer algo para ver a la gente feliz? La respuesta la supe en el mismo momento en el que empezaría a ser realmente feliz y dejar mis dudas atrás, fue un no rotundo.

Todo cambio cuando con mis dieciocho años me di cuenta de que en esta vida estamos por un motivo; por un porqué y todos los que estamos aquí debemos de agradecer a la vida por dejarnos estar pues, vivos, ya que sin ella no podría jamás haber visitado la belleza mediterránea de Italia; las iluminadas y enormes calles de Manhattan y muchos más viajes que sé que me quedan por vivir.

 Al fin y al cabo, me di cuenta yo mismo de que la vida no es un tono de grises o es lleno de color dependiendo de donde nazcas, situación económica, no, en absoluto. Lo que realmente me hace ver a la vida con otros ojos y por lo cual estoy bastante agradecido es por mí ya que sin mí mismo no hubiera sido feliz. Y sé que en ocasiones hay días más o menos grises y sé que en esta vida no es felicidad y alegría, la vida no es como los medios de comunicación te quieran trasmitir, la vida es para vivir dentro de ella, tú solo tienes la oportunidad de ver las cosas que te regala la vida y de disfrutarlas: “La vida no es una escala de grises, la vida es llena de color sin importar como la mires”.

Quizás mi vida nunca ha sido la más divertida, siempre me han gustado determinadas aficiones que a los demás no, me he fascinado por cosas que a otros les parecían aburridas… Pero yo estaba contento con todo. Sentía que no me faltaba nada, que podía comerme el mundo…

Sin embargo, llegó cierto momento de mi vida en el cual tuve que darme cuenta de que, a pesar de todo eso, estoy sujeto a mis emociones más profundas… Jamás me lo iba a imaginar antes, pero… me enamoré de alguien.

Tenía 17 años, y estaba en una época en la que se me exigía mucha madurez mental, pero mis sentimientos fueron más fuertes. Tuve, de alguna forma, que aprender a entenderme un poco más, en algo que nunca antes había pensado que pasaría; ya de por sí es complicado saber por qué a veces no encajo con quienes me rodean, o por qué me saturo antes que ellos cuando algo no va bien…

Al inicio, me ilusioné mucho, porque eran sensaciones nuevas que nunca había experimentado, y la persona de la que me enamoré demostraba ser muy similar a mí en cuanto a la forma de ver y analizar nuestra vida y nuestro entorno. Mis amigos de entonces a veces sufrían, porque dedicaba mucho tiempo a pensar en esa persona, y en ocasiones no lo pasábamos bien porque nos enfadábamos… Por culpa de esto me surgieron muchas inseguridades…

Esa persona que tan bonita me parecía, me gustaba en todo, pero yo sufría mucho con mis inseguridades, a veces me las causaba yo mismo o en otras ocasiones me ponía a pensar mucho las cosas que mis amigos me decían respecto a cómo vivía mis emociones. Yo quería salir con ella, pero también quería estar seguro de mí mismo, de que era capaz de salir con alguien… A pesar de nuestras inseguridades, suyas y mías, casi intentamos en varias ocasiones una relación, guiados por un sentimiento que parecía mutuo, pero al final siempre salía mal… ¿Qué nos pasaba? ¿Por qué no podía ser? ¿Qué nos hacía sentir inseguros?

Todo al final acabó mal... Conforme iban pasando los meses, empezamos a dejar de comprendernos mutuamente como amigos "especiales" que nos considerábamos, a pelearnos por tonterías, etc. Un gran cúmulo de estas cosas malas causó que tuviéramos que dejar de intentarlo, y dejar de vernos… Seguir acumulando rencores y enfados que no nos aportaban nada, iba a ser malo para ambos.

He pasado por una mala racha tras esto, y la ansiedad, aunque sea parte mi forma de ser, es más alta… Muchos a mi alrededor no comprendían por qué estaba mal, si no habíamos llegado a forjar una relación estable… Por desgracia, no pueden acceder a todo lo que procesa mi cerebro. Planteo muchas veces análisis mentales sobre cómo podían haberse sido las cosas si "yo hubiera hecho x cosa y ella otra x cosa", por ejemplo. Sufro mucho al pensar en las cosas que compartí con esta persona, cosas que hice por primera vez en mi vida y con sus ojos mirándome, ya que son recuerdos que tengo muy cargados de simbolismo, de "significado especial" para mí. Pero… por otro lado, pienso que es mejor que todo haya acabado…

No obstante, aprendí mucho de ella y del tiempo que compartimos. Entendí que a veces las personas podemos llegar a hacer locuras con tal de compartir experiencias bonitas con las personas que nos gustan. También aprendí a quererme un poco más a mí mismo, y que a las personas les será más fácil manifestar lo que sienten por nosotros si nos cuidamos y nos tratamos bien, y nos tomamos las cosas con tranquilidad. Muchas personas creen que quienes estamos en el espectro autista no somos capaces de tener pareja, o desarrollar una intimidad con ella, etc. Es algo que no es verdad, aunque sí que es cierto que es una tarea complicada, pero algo muy bonito si se consigue…

Además, me queda claro un concepto que suelo usar mucho, el de "amor puro", es decir, querer a una persona en lo bueno y en lo malo, asumiendo que somos imperfectos y no siempre vamos a congeniar en todo, pero estando uno al lado del otro, acompañándose, con sinceridad y complicidad. Es el tipo de amor que me gustaría llegar a dar a alguien en el futuro.

¿Y si enamorarnos o querernos profundamente fuera más fácil? ¿Y si todas las inseguridades se pudieran romper automáticamente con un abrazo o un beso?

viernes, 14 de mayo de 2021

AS DE PICAS (Miguel-Ángel)

 

As de picas (Miguel-Ángel)

 

 


Cuando era niño no sabía hablar y yo antes me consideraba diferente, cuando los otros me miraban y decían “por qué este chaval no habla”, hasta que me diagnosticaron Asperger a los 6 años.

Ahora tengo 18 y pienso que el Asperger es como una carta cuando eliges tu destino y tu destino es como un as de picas porque, como en un juego de cartas, con la carta que te toca has de jugar. Yo juego mi carta con responsabilidad, porque me hace sentir especial. Algunas veces pienso que es positivo tener Asperger, pero otras no; depende de lo que me pase. Sobre todo, antes cuando se metían conmigo, me echaban la culpa y no me podía controlar me sentía fatal, no me había tocado una buena carta, mala suerte. Pero es positivo cuando hago reír a los demás, cuando cuento chistes; me equivoco porque confundo las palabras; cuando soy muy preguntón (en esto fifti-fifti). Considero que es importante ser Asperger porque me hace ser buena gente.

Mis padres me ayudaron a hablar gracias a la logopeda del colegio María José y sobre todo con Virginia en el aula de apoyo. Las dos me ayudaron cuando yo tenía 9 años a escribir, a hablar, a hacer caligrafía, a socializar, también me enseñaron a comprar, a jugar juegos de mesa. Y mis profesores particulares a hacer los trabajos.

También me ayudo una compañera llamada Raquel a trabajar bien, a hacer el trabajo cooperativo me ayudaba en todo. Me sentía bien, aunque algunas veces perdía los nervios, pero lo solucionaba con ayuda de Don Antonio mi antiguo tutor. Antes me era difícil controlar mi ira, y me costaba no llorar, pero cada vez lo controlo mejor.

Pienso que algunas personas no nos entienden. No es una enfermedad porque no es algo grave; es una parte de ti, de tu cerebro, que te dice que eres especial; como una tarta en la que nunca sabes cuándo vas a elegir, la especial o la normal. Creen que somos raros, nos discriminan al vernos.

Tenemos derecho a encontrar trabajo y a un trabajo digno, me gustaría ser feliz, encontrar el amor, formar una familia, pero necesito que me lo expliquen bien, que lo adapten para poder hacerlo, considero que soy un buen trabajador, intento esforzarme y con apoyo soy capaz de hacerlo. Necesito que los profesores me traten con cariño y respeto, para que no me hagan sentir raro y tonto.

Hay personas que son muy importantes para mí, mis padres y mis hermanos, me han entendido, me han ayudado y me quieren. Para mí, mi familia siempre está a mi lado me quiere y me apoya, saben lo que soy, se dieron cuenta de que era especial, no sabía hacer muchas cosas, pero ahora se hacerlas. Cuando fui a un parque de atracciones en París se dieron cuenta de que era impaciente, cuando era muy tarde para montarse en atracciones. También mi abuela, siempre está ahí y me comprende para saber lo que quiero. Mis primos algunas veces me hacían bromas y algunas veces me hacían gracia y otras no. Mi cuñada también me ayudó cuando la conocí, nos caímos muy bien.

Mi profesora Débora me ayudaba a entender y comprender las matemáticas y siempre me daba premios, después estuve en grupo de amistad para tener compañeros y amigos, mi monitora Carmen me ayudó mucho. Isa y María José me ayudaban a comprender y a comportarme, aprendí a jugar, ganar, perder…

Quiero dar gracias a todos mis familiares profesores compañeros por entender y comprenderme, que siempre me apoyen y nunca me falten.

 

jueves, 6 de mayo de 2021

TÚ NO ERES UN MARCIANO (Sara)


 

Tú no eres un marciano (Sara)

 

Había una vez un profesor llamado Alberto que, después de haber pasado toda su vida trabajando duro, consiguió ser el director de un Parque de Ciencias que abrió sus puertas en la ciudad. El profesor Alberto siempre supo que era diferente cuando era niño, en lugar de sociabilizarse con los demás, se encerraba en su habitación con una montaña de libros de Ciencias, Matemáticas, Física…

 A pesar de eso, consiguió estudiar su carrera, trabajar como profesor y hasta ganar premios gracias a su esfuerzo y pasión por las Matemáticas y Ciencias. También, consiguió casarse con una mujer que le amaba y comprendía su situación.

 Una tarde, al pasear por el Planetario Digital, le llamó la atención un chico totalmente atento a las constelaciones. El niño iba vestido con un vaquero azul, una camiseta blanca del planeta Saturno y unas zapatillas negras con cordones blancos. No quitaba ojo a las estrellas.

El profesor Alberto sonrió y siguió su camino. Desde entonces, todas las tardes volvía a ver a ese niño que siempre visitaba el Planetario, para observar las estrellas y la representación del Sistema Solar. Se dio cuenta de que le gustaba la Ciencia, pero también se preguntaba por qué ese pequeño siempre estaba solo. Pues aunque había más visitantes, él estaba en su mundo.

Un día lo llamaron de un colegio para que diera una charla sobre Ciencia. Con mucho gusto, entró en una clase donde lo estaban esperando con entusiasmo. Pudo ver a todos los niños sentados juntos, menos un niño apartado en una esquina.

Para su sorpresa, reconoció al mismo niño que todas las tardes visitaba el Parque de Ciencias. Al verlo ahí solo, sospechó que algo le ocurría para ser diferente. En esa ocasión, tenía puesto un vaquero negro, una camiseta azul con estrellas, zapatillas rojas con cordones blancos y por fin podía observar de cerca su pelo castaño rizado y los ojos marrones

 El profesor Alberto se acercó a él y le preguntó:

- Hijo, ¿qué haces sentado tan apartado de tus compañeros?

El pequeño parecía tímido y con voz débil contestó:

- Yo no soy tu hijo.

El profesor Alberto sonrió y añadió:

- Perdona, quería decírtelo como cariño. ¿Cómo te llamas pequeño?

- Se llama “Marciano”.-contestó otro niño con un coro de risas que se escuchaban.

El pequeño bajó la cabeza, pero el profesor Alberto respondió:

- ¿Así se llama?

- Sí, se llama “Marciano”.- Contestó otro con muecas de burla.

- ¿Acaso se llama así de verdad? No lo creo. ¿No será que vosotros le llamáis así? Este niño seguro que tiene un nombre.

Entonces, volvió a dirigirse al pequeño para preguntarle:

- No tengas miedo, dime ¿Cómo te llamas?

Y el niño levantó la cabeza contestando:

- Me llamo David.

Al profesor Alberto se le ocurrió una idea. Les hizo una pregunta matemática que sólo David resolvió y como premio, cogió una silla, la colocó a su lado y dedicaba la charla para él. A David le gustó mucho la idea de estar al lado del profesor y que este le dedicara la charla en su honor, disfrutó con alegría el momento.

     Después de la charla, el profesor Alberto estaba preocupado por el trato que le estaban haciendo a David y decidió hablar con su tutor.

- ¿Usted sabe cómo le están tratando?

El tutor asintió la cabeza y contestó:

- Ese es su problema, si es diferente, normal que sea “la oveja negra” y todos vayan a por él.

El profesor Alberto no podía creer lo que estaba oyendo.

- ¿Y cree que así estando con los brazos cruzados y lavándose las manos se solucionan sus problemas? ¿No cree que necesita ayuda? ¿O es que usted no es consciente de lo que está sufriendo? Si es tan buen profesor demuéstrelo.

El tutor de David no consiguió contener su chulería y respondió:

- Oiga, yo soy profesor de escuela, no médico ni científico. Yo hago mi trabajo y usted no tiene por qué decirme lo que tengo que hacer. Si este niño es tonto no es mi problema. Y aunque sea bueno con los números, no sigue el ritmo de sus compañeros y eso es culpa suya. No pienso perder el tiempo con un niño tan raro.

El profesor Alberto, al oír esas palabras, se sentía furioso. Consiguió calmarse y una vez sereno, recogió sus cosas y haciendo llamar al director, volvió a dirigirse al cruel tutor y compañeros agresores:

- Bien, ya que he visto la manera de cómo habéis tratado a esta criatura y ha estado sufriendo mucho injustamente por ser diferente, por un problema que sospecho lo que puede ser, no voy a permitir que siga pasándolo mal. David se va a venir conmigo y en cuanto a usted, no se librará fácilmente. Todo el mundo va a saber lo que ha hecho y le aconsejo que ni se le ocurra volver a acercarse a este niño o las consecuencias serán peores. Así que tenga cuidado a partir de ahora o le pondré una denuncia.

El profesor Alberto consiguió llevarse a David, “todo irá bien, ya verás” le decía.

     Todos se llevaron una sorpresa, los compañeros agresores pasaron de la risa a un tenso silencio y el director del colegio, que no sabía exactamente lo que había pasado, se vio obligado a poner medidas e inmediatamente, despedir al malvado tutor y éste, pagó su delito.

Unas semanas después de que a David le cambiaran de colegio, ya la vida le sonreía. No sólo porque consiguió tener amigos y gente más comprensiva, sino porque el profesor Alberto consiguió ayudarle y su esposa psicóloga y logopeda, pudo resolver el problema que tenía.

Los padres de David estaban muy agradecidos por el apoyo y afecto que sintió el profesor Alberto hacia su hijo. Y también estaban muy agradecidos por el acto valiente de haber dado una lección, aquel día en el otro colegio.

Además gracias a él y su esposa, pudieron saber qué le ocurría al pequeño para ser diferente y por qué estaba solo. Desde siempre sospecharon de comportamientos extraños. La esposa del profesor Alberto conocía perfectamente el caso y no dudó en ponerse manos a la obra para colaborar en el diagnóstico. Lo sabía perfectamente porque lo había trabajado y lo vivió siempre de cerca.

Entonces, llegó un maravilloso día que fue el cumpleaños de David y todos tenían claro que el mejor lugar para celebrarlo, era el Parque de Ciencias. Donde tanto le gustaba y lo visitaba muchas veces como pasatiempo y también era su lugar de refugio. David estaba muy contento por celebrar su cumpleaños allí y consiguió invitar a unos amigos: Unos del colegio con quienes se llevaba bien, otros del Club de Ciencias y tampoco podían faltar, unos chicos de una Asociación que tenían el mismo problema que él. Allí pasó la tarde jugando y riendo como nunca se había imaginado. Estaba disfrutando de su cumpleaños y en el sitio que para él era su Paraíso. Y para esa ocasión, se había puesto un pantalón marrón, una camiseta blanca con un chaleco beige y unas botas marrones.

     Ya no era un niño tímido y triste. Aunque tenía su problema, ya estaba aprendiendo a vivir con él. De hecho, cuando llegaba el final de la fiesta y era hora de irse a casa, no podían faltar los regalos especiales que habían preparado el profesor Alberto y su esposa. Ambos tenían mucha ilusión de que le gustaran. Entonces David, abrió el primer regalo que preparó el profesor Alberto. Era un paquete grande y ¿qué era? Un telescopio.

- Esto David, para que sigas disfrutando de la astronomía que tanto te gusta y puedas ver las estrellas todas las veces que quieras. Es un regalo que te hago para que sigas con tu pasión y nunca dejes de soñar.

Le llegó el turno a su esposa y ésta le regaló un libro de Albert Einstein:

- Esto para que conozcas la historia de este científico que como tú, también tenía el mismo problema y eso no le impidió ser un genio. Te animo para que no te sientas triste ni te vengas abajo si eres diferente, Porque tienes muchas cosas buenas y podrás llegar a ser lo que quieras. Fíjate en él cómo llegó a ser grande en la Ciencia. Podrías serlo tú también.

David observaba el libro y exclamó mirando al profesor:

- ¡Mira, se llama Alberto!

Todos rieron hasta el profesor y comentó:

- Claro, además, ¿sabes una cosa? Que yo cuando conocí su historia me sentía identificado en algunas cosas. Cuando era niño me pasaba lo mismo que tú y en aquellos tiempos, las cosas fueron diferentes. Pero conseguí seguir adelante cumpliendo sueños y poder disfrutar de las mejores recompensas. Una de ellas encontrarme en mi camino a mi esposa, quien me ha ayudado mucho y he conseguido gracias a ella vivir día a día feliz.

El profesor Alberto puso una mano en el hombro a David y con una sonrisa, añadió estas palabras:

- Cuando te veía solo por aquí en el Parque de Ciencias, sabía que algo te pasaba y una vez que descubrí tu historia, por eso quería ayudarte. Hace años cuando era niño me pasaba lo mismo que tú y me refugiaba en la Ciencia como mundo de salvación. Poca ayuda tuve y muchas cosas las descubría solo, pero tuve la suerte de que a pesar de las cosas que me han pasado, no faltaba el empeño de vivir mi vida, estudiar una carrera y trabajar. Demostrar al mundo mis cualidades y ser una persona más.

David no dejó de escuchar las emotivas palabras de su amigo el profesor Alberto.

- ¿Te acuerdas cuando te llamaban “Marciano”? Tú nunca lo has sido ni tienes por qué serlo. Puede que cada uno de nosotros que tengamos el mismo problema, parece que venimos de otro planeta, Pero somos iguales ya sea como sea cada uno, somos personas y todos tenemos los mismos derechos. Nadie tiene que pisar a nadie por cómo sea ni reírse porque al final, cada uno tiene su propia vida y su propio camino y tú, mi amigo David, tienes el tuyo.

Con este discurso, David abrazó al profesor Alberto y se marchó con sus padres de vuelta a casa, muy feliz por la fiesta de cumpleaños inolvidable, los regalos y las sabias palabras que llegaron a su corazón. Unos días después, se presentó en el despacho del profesor Alberto por sorpresa en vaquero azul y una camiseta negra con la fórmula E=mc2 en el centro como una pizarra. Llevaba unas zapatillas estampadas con números. El profesor Alberto se rió al verle con un aspecto tan gracioso, original y matemático.

- Hola profesor Alberto.

- Hola David. Vaya, vaya. Qué camiseta tan chula.

- ¿Te gusta? Es la fórmula de Einstein, mi mamá me la regaló.

- Ya veo que te has hecho fan del gran científico Albert Einstein. Y David con un salto de alegría exclamó:

-¡Claro que sí! ¡Y quiero ser un gran científico como él!

El profesor Alberto entre risas aplaudió:

- Estupendo, David, ¿por qué no? Seguro que lo serás. ¿Qué te parece si damos una vuelta por la sala de Astronomía? ¿Y después te apetece tomar un batido de chocolate?

- Claro.

- Estupendo, pues vamos.

Y así fue cómo David pasó otra tarde más en el Parque de Ciencias con el profesor Alberto, muy contento y con muchos deseos de ser un gran científico y matemático como Albert Einstein.

 

 

 

 

Alejandro, un niño especial

  Alejandro fue un bebé que nació fuerte y sano. Se alegraron mucho de su nacimiento sus papás y sus hermanos mayores. A los dos años, c...